lunes, 8 de marzo de 2010

Periodistas.......o ¿Hijitos de Papá?



17 de junio de 1972. Un guardia de seguridad de un conjunto de edificios llamado "Watergate", alertó sobre la presencia de unos desconocidos en la sede del Partido Demócrata. Este sería el punto de partida que dió al traste con la Presidencia del trigésimo séptimo Presidente de USA. Muchas de las verdades contadas a la opinión pública, que provocaron la caída de Nixon, no hubieran salido a la luz si no hubiera estado en medio la labor periodística investigativa de Bob Woodward y Carl Bernstein, periodistas del Washington Post. Era evidente que estos periodistas, al iniciar su investigación, al tirar del cable de informaciones que iban recabando, arriesgaban sus carreras profesionales. Intentar culpar de un delito a un Presidente de cualquier Estado es algo para tomárselo muy seriamente. Sin aquellos periodistas, con gran integridad profesional y sentido del deber y una gran pizca de osadía y valentía no hubiera sido posible que hoy sepamos que un Presidente mentía y que al mentir cometía un delito.

Todo esto a propósito de un artículo periodístico escrito Humberto Vacaflor que bajo el título de "Periodistas Humillados" intenta incidir en que es más criticable la verborrea del Presidente Morales que la discutible profesionalidad de cierto periodistas:

"El Presidente se ha percatado de que el periodismo está asustado. Las últimas veces que criticó e incluso insultó a los periodistas y a su oficio, quienes le respondieron fueron condenados por sus propios colegas."

Y tal como le comenté, en correos electrónicos, a Vacaflor: Yo sinceramente no entiendo donde está la humillación a los periodistas. ¿Un Presidente acaso tiene la culpa de la "falta de tablas" de ciertos periodistas que cubren las noticias en Palacio de Gobierno?. Mientras en países como USA, España, y otros, los periodistas que son acreditados para asistir a conferencias de prensa del Presidente son los que mas experiencia y recursos profesionales poseen, y auténticos "doberman" que a la primera oportunidad se arrojan al cuello del presidente de turno. ¿Es culpa del Presidente si los periodistas que preguntan se "arrugan" ante sus preguntas y comentarios?, ¿es culpa del Presidente la falta de personalidad (de ovarios y huevos, entre otras cosas) de ciertos periodistas que se callan y se inclinan antes sus comentarios?. Ciertamente, en otros países que cuentan con periodistas avezados, con colmillos de doberman, un comentario del presidente hubieran tenido una replica inmediata y automática en ese mismo instante. Es mas, una actitud así de un Presidente es lo mejor que le podría pasar a un periodista, ambicioso profesionalmente, ya que le permitiría rápidamente contraatacar y poner contra las cuerdas a un Presidente y así convertir una conferencia de prensa en un debate y cuestionario personal. Sin embargo en Bolivia se critica al Presidente y no a los mediocres periodistas que cubren sus conferencias.

Yo entiendo que si un periodista estuviera cubriendo la conferencia de Idi Amin tal vez tuviera motivos para "arrugarse" y mantenerse calladito como un niño de 5 años, pero como Evo Morales, que sepamos, aun no ha asesinado a periodistas, o aun no ha cocinado en su salsa a ningun periodista para comérselo a lo canibal, la falta de preparación profesional y la ausencia del arrojo que se necesita para ser periodista se muestran con toda crudeza en el desarrollo profesional de ciertos periodistas bolivianos. Lógicamente estos periodistas que cubren las conferencias de Evo Morales no tienen una gota de la sangre de periodistas de raza como Bob Woodward y Carl Bernstein, ni nunca van a investigar nada arriesgado a lo Watergate, pero por lo menos por dignidad profesional no deberían asumir el papel de victimas, ni creer que el verdadero periodismo se hace sin peligro, ni riesgo alguno. El periodista debe asumir los riesgos de su profesión y obrar en consecuencia y no hacer lamentos de "periodismo de salón" o creer que el periodismo no es inquirir, investigar, preguntar y debatir. Estos mediocres periodistas han perdido su oportunidad, por ello instaría a los "periodistas arrugados" que en vez de acreditarse para asistir a las conferencias de prensa en Palacio de Gobierno, asistan mas bien para cubrir algún desfile de "Las Magníficas" o se dediquen al periodismo deportivo para no mostrar mas las verguenzas de su profesión.

El titulo de lo que a anteriormente he escrito escrito lo he "plagiado" de un artículo publicado hace algún tiempo atrás en el Matutino español El Mundo y que me ha venido como anillo al dedo a lo que he escrito más arriba. En él se cita al escritor, periodista y ex corresponsal de guerra, Arturo Perez Reverte, el cual con su exquisita acidez comenta que hoy los periodistas se quejan de todo y que muchos de los riesgos que asumen "entran en el sueldo" y están ínsitos en el oficio periodístico y que por su claridad mental y lógica intachable la transcribo casi en su integridad:


"Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario 'Pueblo' los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse. Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto.
Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar. En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al Ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos. Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.

Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá �de sirios y troyanos, oí decir el otro día�. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.

Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet. Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos. Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vacaflor cree que es el papa y que todos somos catolicos, habla con una cara de 'tengo toda la razon', que de verdad me rompe mucho las bolas.
'Criticó e insultó a los periodistas'?, primero que eso no pasó, al menos la parte del insulto, y si fuera que si pasó? QUE? o por que el presi deberia no decir nada en contra de la prensa??

Ahora, porque dice Vacaflor que los periodistas tienen 'miedo'? porque el presi te enjuicia y te mete a la carcel antes de que salga tu sentencia (gran error).
Cada vez mas, se les da cuerda para decir lo que dicen y lamentablemente no se puede culpar a la prensa de utilizar lo que el Evo dice y hace, para victimizarse.
Pero, lo que si no entiendo es porque ellos son especiales? Porque nadie deberia meterse con ellos?
Yo personalmente quisiera agarrarme a puñetes con Juanquita Monroy, y si lo hago... la ley de imprenta me condena? o como va la mano?

Fast dijo...

Yo creo que deberia haber carta libre para criticar al periodismo y al presidente, no debe haber tabus ni prejuicios al respecto, nadie puede pretender tener por su oficio o profesion inmunidad contra las criticas.